Happy Gilmore 2: el regreso del golpe maestro

spot_imgspot_imgspot_imgspot_img

Cuando escuché que Adam Sandler volvía a ponerse en los zapatos de Happy Gilmore, confieso que dudé. La comedia deportiva que en los noventa se volvió culto parecía intocable. Sin embargo, desde los primeros minutos entendí que esta secuela no es solo un eco del pasado, sino una película que respira con fuerza propia.
En Happy Gilmore 2 encontré un homenaje a la memoria cinéfila, lleno de referencias al primer filme, pero también un guiño a nuestro presente: la risa como resistencia cultural, como antídoto frente a la solemnidad. Sandler demuestra que el humor, cuando se juega con pasión, no envejece; al contrario, se vuelve un testimonio de cómo seguimos buscando alivio en lo absurdo.
Este análisis lo hago no solo como espectador, sino como cómplice del cine que nos recuerda que, entre swings imposibles y carcajadas desbordadas, la vida misma puede ser tan impredecible como un torneo de golf.

spot_imgspot_imgspot_imgspot_img
spot_imgspot_imgspot_imgspot_img

Urbanización ha provocado que Culiacán sea una de las zonas más afectadas por el calor

Según un estudio sobre análisis de las temperaturas en el centro del estado realizado...

Usan ChatGPT para estudiar medicina y desatan críticas: “Me van a atender esos”

Estudiantes de medicina se viralizan al usar y regañar a ChatGPT mientras estudian, desatando...

Joaquín Landeros Güicho: un año de juventud y talento al servicio de Sinaloa

El tiempo suele ser un juez implacable en la vida pública. Un año puede...

“La salud no se detiene en Guamúchil”: Ambrocio Chávez

Culiacán, Sinaloa.- El diputado local por el Distrito 09, Ambrocio Chávez Chávez, vocal de...

Fundamentos de la historia: un puente entre pasado y presente

La historia no es un cúmulo de fechas muertas, sino un mapa de significados...

La fascinante historia de la América Antigua

En este video te llevamos a un viaje al pasado para descubrir las increíbles...

Iris – Una canción para los ojos que inspiran el alma

Hay miradas que no se olvidan. Ojos que hablan, que cuentan historias sin necesidad...