Culiacán, Sinaloa.— La gentrificación, fenómeno urbano con repercusiones sociales profundas, ha comenzado a manifestarse en Sinaloa, alertó la diputada del Partido Sinaloense (PAS), Angélica Díaz Quiñónez, quien llamó a los tres niveles de gobierno a establecer políticas públicas que frenen sus efectos negativos.
En tribuna, a nombre del Grupo Parlamentario del PAS, integrado también por el diputado Víctor Antonio Corrales Burgueño, Díaz Quiñónez destacó que este proceso ha incrementado el valor de la vivienda y las rentas, provocando el desplazamiento de habitantes originales y la transformación acelerada de barrios tradicionales.
“El derecho a la vivienda debe estar por encima de intereses comerciales o inmobiliarios. En el PAS creemos firmemente que el Estado tiene la responsabilidad de garantizar un hogar digno para todas las familias, sin importar su nivel de ingresos”, subrayó.
Como una alternativa para mitigar los efectos de la gentrificación, la legisladora mencionó el Programa de Vivienda para el Bienestar promovido por la presidenta Claudia Sheinbaum, el cual contempla la construcción de un millón de viviendas para personas con ingresos de uno a dos salarios mínimos.
Díaz Quiñónez explicó que la gentrificación no solo implica el encarecimiento de la vivienda, sino una transformación integral de la estructura social y urbana: barrios que pierden su identidad, comercios locales reemplazados por franquicias, servicios más costosos y una ruptura del tejido comunitario.
Un ejemplo reciente de este fenómeno se vivió en la Ciudad de México, donde el pasado 4 de julio se llevó a cabo la primera marcha contra la gentrificación en las colonias Roma y Condesa, zonas emblemáticas que han sido profundamente modificadas por la llegada masiva de nómadas digitales, particularmente extranjeros, tras la pandemia.
“La gentrificación se vuelve evidente cuando cambian los rostros del vecindario, suben abruptamente las rentas y el comercio tradicional desaparece para dar paso a marcas globales”, advirtió.
Entre las consecuencias más visibles están el encarecimiento del suelo, el desplazamiento forzado de familias, la llegada de nuevos residentes con mayores ingresos, la reconfiguración del espacio público y la pérdida de identidad barrial.
De acuerdo con el Índice Nacional de Precios al Consumidor, tan solo en el primer trimestre de 2025, el precio de la vivienda subió 8.2%, mientras que la inflación general fue del 3.2%, lo que evidencia un aumento desproporcionado en el costo de habitar las ciudades.
En Sinaloa, investigadores de la Universidad Autónoma de Sinaloa han comenzado a documentar este proceso en Culiacán, donde se observa un desplazamiento poblacional hacia la periferia y un cambio en la composición demográfica de zonas céntricas.
Según datos del portal Propiedades.com, el costo promedio de la renta en departamentos de entre 25 y 100 m² en Culiacán pasó de $9,000 a $13,000 pesos mensuales en los últimos cuatro años.
Por su parte, Mazatlán enfrenta una variante del fenómeno: la gentrificación turística, en la que viviendas familiares han sido convertidas en alojamientos temporales mediante plataformas digitales, lo que ha encarecido las rentas y desplazado a los habitantes locales, en favor del turismo.