Culiacán, Sinaloa.– Miles de personas participaron en la Marcha del Orgullo LGBTQ+ realizada el pasado sábado en la capital sinaloense, donde, a pesar de las altas temperaturas que rozaron los 40 grados, la ciudadanía salió a las calles a exigir respeto, inclusión y derechos plenos para todas las identidades.
El recorrido inició en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, conocido como La Lomita, y concluyó en la plazuela Álvaro Obregón. Familias, activistas, organizaciones civiles y autoridades caminaron juntas bajo un mismo mensaje: en Sinaloa, la diversidad también se defiende y se celebra.

Encabezando el contingente marcharon colectivos de búsqueda, defensoras y defensores de derechos humanos, así como representantes del Congreso del Estado y de instituciones como la Secretaría de la Mujer.

Al término del desfile, se llevó a cabo un festival cultural con presentaciones artísticas, módulos de salud y empleo, oferta gastronómica y actividades comunitarias. La jornada también sirvió para visibilizar las demandas aún pendientes en materia de justicia, como el combate a los crímenes de odio y el reconocimiento de derechos para las familias diversas.
“Marchamos por quienes ya no están, por quienes aún tienen miedo y por un futuro más libre”, expresó una de las jóvenes asistentes.
La movilización dejó claro que, en Culiacán, la lucha por la igualdad avanza con pasos firmes, sin importar el clima social o el termómetro.

¿Por qué son importantes las marchas del orgullo en Sinaloa?
Las marchas por la diversidad sexual no son solo celebraciones festivas, sino actos profundamente políticos y necesarios, sobre todo en contextos como el de Sinaloa, donde aún persisten estigmas, violencias y resistencias sociales hacia las personas LGBTQ+.
En un estado con antecedentes de discriminación, crímenes de odio y ausencia de políticas públicas inclusivas, estas movilizaciones se han convertido en espacios de visibilidad, exigencia y reparación simbólica. Marchar es una forma de decir “aquí estamos” frente a un entorno que durante décadas obligó a muchas personas a vivir en silencio o con miedo.
Además, las marchas permiten crear comunidad, tender redes de apoyo y acercar información sobre derechos, salud, empleo y acompañamiento. Visibilizar la diversidad también educa a la sociedad y sensibiliza a las instituciones.
Cada paso en una marcha representa una historia, una lucha, una pérdida o una conquista. Por eso, en Sinaloa, donde aún se exige justicia para víctimas de violencia por orientación sexual o identidad de género, estas manifestaciones siguen siendo urgentes, necesarias y profundamente humanas.