José Torres, el guardián de los libros olvidados

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Es un hombre rodeado de una librería heterogénea y repleta de obras esperando ser leídas. Al conocer al distribuidor de la cultura José de Jesús Torres Sánchez no pude evitar evocar al tío Ernesto, Tito de cariño, personaje que vivía sin otra compañía que sus libros.
En la novela de Juan Villoro, este enigmático personaje le encomienda a su pequeño sobrino Juan la tarea de encontrar “el libro salvaje” en la biblioteca de su casa. El Tío Tito tenía la convicción de que cuando los libros saben que no son vistos, pueden provocar una enorme tormenta.
Los libros te leen, pero cuando no lees, los libros no te leen. Es preciso mencionar lo anterior a pesar de su evidente obviedad, ya que ningún hecho o contenido epistemológico se hace visible si no se publica y si no se lee. Algo que deberían tener presente muchos que reniegan de quienes dan fe de la cotidianeidad pública puesto que lo que no se publica, no existe y no quedará en el recuerdo de la memoria histórica. Aunque si se escribe y no se lee, sucede lo mismo.
“Hay gente que cree que entiende los libros porque sabe leer -decía Tío Tito a su sobrino Juan-. Ya te dije que los libros son como espejos: cada quien encuentra ahí lo que tiene en su cabeza. El problema es que sólo descubres que tienes eso dentro de ti cuando lees el libro correcto. Los libros son espejos indiscretos y arriesgados; hacen que las ideas más originales salgan de tu cabeza, provocan ocurrencias que no sabías que tenías. Cuando no lees, se quedan encerradas en tu cabeza. No sirven de nada”.
“Librero” es una persona cuyo oficio es la venta de libros, si es “librero de viejo” nos referimos a un comerciante que vende libros usados de segunda mano, sin embargo, nuestro entrevistado prefiere ser reconocido como “un distribuidor de la cultura” pues la misión de su librería, dice, es contribuir de manera activa a la promoción de la lectura y la cultura. El “Tianguis del Libro” es el nombre de este pintoresco espacio donde pueden acudir quienes buscan libros que ya no son impresos, obras olvidadas, editoriales independientes e incluso archivos antiguos, revistas de colección y acetatos.
Llegamos a este lugar desconocido para muchos por la amable invitación del Dr. Francisco Morales Zepeda, director general y fundador del Centro Cultural “Enrique Félix Castro” y presidente y también fundador de la Asamblea Popular de Sinaloa, en compañía de su hijo Francisco. Después regresamos con David Rojas y Ricardo Ríos Quevedo, miembro de la Asociación de Periodistas de Los Mochis, A.C., quien invitó a sus hijos Ricardo y David Ríos.
José Torres es librero en segunda generación por herencia de su padre: fue el hijo menor de Rafael Ángel Torres Huppertz, comerciante mazatleco que laboró como agente de seguros de Aseguradora Anahuac y vendedor de las Editoriales Salvat y Valle de México a principios de la década de los 60´s y gestor de la Dirección de Bibliotecas de la Universidad Autónoma de Sinaloa, al final de la misma década, en la rectoría del Lic. Rodolfo Monjaraz Buelna.
Torres Huppertz, hijo de una española con sangre alemana, conoció a su esposa en el Potrero de los Sánchez, se establecieron en Guamúchil y después se vinieron a Culiacán. Su familia forma parte de la historia de la cerveza Pacífico y la llegada de los vehículos Chevrolet a Sinaloa.
José Torres inició en la venta de libros a los doce años de edad como chalán de su papá, cargando cartones. Fue a la universidad y se tituló como administrador de empresas, pero el motor de su vida fue, desde niño, poner libros en las manos de las personas.
“Mi padre me ayudó para tener un espacio desde que se fundó la Facultad de Medicina (después Escuela de Enfermería), hasta que mi tiempo terminó ahí”, recordó. Durante tres décadas manejo un puesto de libros al interior de la Escuela de Enfermería, pero tuvo que mudarse. Fue así como nació el “Tianguis del Libro”, local de ensueño que se ubica en la calle Josefa Ortiz de Domínguez número 83, casi esquina con Eustaquio Buelna, entre Amado Nervo y Eustaquio Buelna, en la colonia Tierra Blanca, a una cuadra de la avenida Álvaro Obregón. A un costado del Hospital Civil de Culiacán.
Afuera del “Tianguis del Libro” se puede ver una carreta blanca en la que pone libros para que los tome quien quiera leer. En un letrero anuncia el lugar como centro de acopio de libros usados y también hay una leyenda que reza: “Cambio libros por despensas”.
“He encontrado un confort aquí, me siento en un mundo raro. No salgo a la calle porque me encuentro con cosas que la edad no me ayuda a tolerar: hay imprudencia y mala educación, mucho atrabancado. Me siento fuera de contexto”, confesó al reconocer que su refugio son los libros. “Aquí me encuentro las 24 horas”, dijo.
Este tianguis es un lugar idóneo para vender o donar al pueblo los libros que sobran en casa, pero en realidad esta librería no es precisamente un comercio de ejemplares usados porque también tiene obras nuevas, pues colabora con Librerías Gonvill.
Aquí se puede encontrar cualquier tipo de libro, incluso en otros idiomas. Algunos viejos que se encuentran en buen estado a pesar del paso del tiempo y se pueden obtener por una aportación simbólica o a cambio de despensas. Incluso se pueden descubrir ediciones nuevas aún en celofán a mitad de precio, así como unas cuantas páginas amarillas de libros que se niegan a perecer y alguna que otra rareza literaria. El “Tianguis del Libro” requiere de paciencia para encontrar lo que se busca.
Pareciera que los libros se encuentran revueltos pero la verdad es que todo está en perfecto orden y lo que no se observa a simple vista se ubica en perfectas divisiones dentro de una bodega donde están resguardadas las obras más difíciles de conseguir enterradas entre el polvo acumulado por el tiempo. Pareciera un valioso cementerio de libros olvidados y muchos títulos son obras sinaloenses de autores cuyos nombres se desvanecen con el paso de los años.
Más que los mismos libros, conversar con José de Jesús Torres Sánchez hacen de la visita al “Tianguis del Libro” una experiencia única por sus charlas literarias, sus anécdotas y su amor al libro físico, pero con apertura de miras al universo digital.

LOS PADRES HEMOS PERDIDO LA CAPACIDAD DE ESCUCHAR A LOS HIJOS
José de Jesús Torres Sánchez aceptó amablemente conversar sobre su vida y su experiencia como vendedor de libros fomentando la lectura. Dice que de joven fue feliz, igual que ahora. Algo que tiene hoy que no tenía en su juventud es experiencia, el cometer errores que le ayudaron a entender más la vida y a las personas.

  • ¿Cuál fue un error que se arrepienta de haber hecho, pero que a la vez fue como un aprendizaje que le quedó para toda la vida?
    “Dure treinta años quejándome de un error: haberme regresado de California a Culiacán. Sin embargo, después de 30 años creo que fue lo mejor que pude haber hecho en mi vida, porque allá ya tenía éxito, ya andaba trabajando en Hollywood cargando cables, iba por la cuestión de la “artisteada”, pero mi esposa me mando una foto de mis hijos y quebré, dejé todo y me devolví. A Dios, gracias, porque hoy estuviera todo fracasado. Si hubiera tenido éxito, casa y todo, y me hubiera quedado en Hollywood, hoy no tuviera nada”.
    En esta parte José Torres recuerda la época en que introdujo exitosamente los trolebuses en Culiacán, una bebida de sabores que era una especie de raspado elaborado a base de agua y que trató de instalar en Estados Unidos.
  • ¿Qué consejo le pudiera dar a la juventud sobre fomentar la buena lectura?
    “El Internet es fabuloso sabiéndolo usar, pero si se descuida uno haz de cuenta que es Eva seduciendo al hombre. Haz de cuenta que es Eva dándole la manzana al hombre y te invita a pecar, a descontrolarte mentalmente, a perder minutos de la vida con el aparatito en la mano”.
  • Clavado en el teléfono …
    “Sí, y lo más grave del asunto es que todos sabemos lo que estoy diciendo: muchas personas lo pueden decir, pero ahí está. Estamos, dijo el otro”.
  • ¿Y qué opina sobre que se esté perdiendo la comunicación en persona, que se esté optando más por usar aplicaciones como WhatsApp Instagram, Facebook?
    “Es muy polémico. A mí no me entristece: acepto la realidad del avance de la tecnología, pero se desintegran las familias. Ahora en Navidad me di cuenta. Fui a una cena familiar y llegó un momento que hasta foto les tomé: todo el mundo con el fregado teléfono esperando que nos sirvieran la cena y desde el más chiquito hasta el más grandote con el teléfono. En todas las familias está pasando eso, el mundo está al revés”.
  • ¿Qué piensa sobre el uso de la inteligencia artificial? Dicen que ya está desplazando prácticamente lo que hacía el ser humano. En muchas empresas ya están usando la inteligencia artificial y muchas personas están perdiendo sus trabajos debido a esto.
    “¿Qué puedo decir de la inteligencia artificial? Antier vi que en China ya están haciendo robots con células madre humanas. Sencillamente con palabras sinaloenses: ¡está de la chingada! No soy saurino para saber lo que viene”.
  • ¿Qué va a pasar con las librerías en Culiacán?
    “En un Culiacán escaso de librerías es una pregunta que todos nos hacemos. También trabajo con la cadena de Librerías Gonvill, que son 37 librerías a nivel nacional. Los directivos lo están pensando. El gremio editorial está temblando y no por la tecnología sino porque los padres hemos perdido mucho la capacidad de escuchar a los hijos, de darles lo mejor. Les damos lo que ellos quieren para que se entretengan y no estén jodiendo y hacer nosotros lo que andamos haciendo”.
  • ¿Por ejemplo, dar a los pequeños un teléfono o una Tablet?
    “A los pequeños no se les debe dar celular hasta que tengan un poquito más de criterio, que sepan lo que van a empezar a usar. Si se lo das para que jueguen o se entretengan y el papá se fue al Oxxo por la caguama, o la mamá anda con la madre en el mitote, y el “plebillo” ahí, pues ¿qué estamos haciendo?, ¡dándole en la torre a esos niños! Esos niños no te dicen: con permiso, buenas tardes, buenos días, gracias. Cuando les regalo libros a esos niños, me miran como bicho raro, me miran y lo agarran, hay niños que incluso no me dicen gracias”.
  • Se está perdiendo todo.
    “Generalmente yo no hablo así, pero estamos en tiempos en los que hay que hacer conciencia. Ahí están quejándose de la violencia, de Rocha y de la chingada, ¿Cuándo dieron un libro a sus hijos esos que andan gritando? Se está generando más violencia por su propia ignorancia. ¿Entonces de qué se quejan? me da pena a veces ser un poquito drástico, pero tratándose de una entrevista, pues sí quiero hacer llegar la voz. La juventud se debe preocupar por rescatar hábitos saludables, estudio, educación, ahí está la paz. No está en los tanates, está en los libros”.
  • ¿Qué hay que hacer con esos niños?
    “La mente nace como una computadora en blanco, como un CD en blanco. Entonces ese CD y esa mente hay que irla preparando a través de la lectura, puede ser en libros físicos o ahora en el Internet, la cosa es leer y no dejarse ir uno al primer pensamiento. Hay que dar oportunidad a los niños de que hablen, se expresen y tener el talento de escuchar. No estar ordenando y que te voy a hacer esto, metiendo miedos. Hay que escuchar. Es un mensaje de paz para que agarremos la onda todos”.

EL LIBRERO ES EL GUARDIÁN DE LA MEMORIA
En esa parte de la entrevista se incorporan el maestro Francisco Morales Zepeda y su hijo Francisco. José de Jesús Torres les da la bienvenida y los presenta:
“Aquí viene Francisco. Es un joven talentoso. Él viene los sábados a estudiar inglés y no deja de venir a la librería. Es el único de los seiscientos alumnos sabatinos que viene a la librería consuetudinariamente. Personas como Francisco y su papá, me motivan mucho, puedo pasar una semana sin clientes, pero sé que el sábado van a venir y estoy animoso y limpiando para que encuentren bonito todo”.
Francisco Morales sostiene, al intervenir en la charla, que el libro no solamente es el espacio donde se encuentra el conocimiento sino también las buenas amistades. “El formato del libro –apuntó Francisco- tiene miles de años desarrollándose, la Internet es en los hechos una copia de ese formato solamente que digital. No hay en realidad una competencia. Es como la idea errónea de que la tecnología nos va a suplir a los seres humanos. No es así, la tecnología es una herramienta de conocimiento, el internet es un formato de esa herramienta de conocimiento, la inteligencia artificial es un formato de memoria y el guardián de la memoria seguirá siendo el librero”.
En ese punto, José de Jesús Torres precisa que no es librero sino distribuidor de la cultura. “El librero lo hace para vender, el distribuidor de la cultura no lo hace por negocio, lo hacemos por distribuir cultura, alguien lo tiene que hacer. Muchos de estos libros me los traen por donación, es por eso que yo no les pongo precio. Es una cadena de bendiciones, así lo miro yo, no soy fanático religioso, pero es una realidad”.
“Al final es energía -señala Francisco-, y en ese sentido se van moviendo las cosas. Lo interesante es el hecho de que la actitud que tiene usted hacia el libro es totalmente distinto. Yo tengo un centro cultural, usted tiene esta librería, pero en el epicentro está compartir y distribuir cultura. Todo mundo habla de compartir y de libertad, pero cuando ven una persona libre no lo pueden creer, porque el ser humano que sabe compartir es una persona libre”.
“¿El bicho raro? Soy libre exactamente”, respondió José Torres.
“Es lo que hay que acercar a los jóvenes –insistió Francisco-. Lo que encontramos aquí es un espíritu libre”. “No es fácil –comentó José-. Tienes que pasar por muchas batallas. Se resume en tres palabras: todo es mental”.

EL MOTOR DE MI VIDA ES PONER LIBROS EN LAS MANOS DE LAS PERSONAS
Los libros que no están a la vista de los visitantes se encuentran en una pequeña bodega empolvada semejante a un archivo soterrado que permanece solitario por largos periodos de tiempo. Las paredes fueron pintadas con aportaciones de personas generosas.
Al entrar, de una pila de acetatos, José Torres tomó uno del compositor y panista mazatleco Fernando Valadés, recordado como cantante de boleros. – Fue novio de mi hermana, recordó. Al mostrarnos sus tesoros nos confesó: – Dicen que estoy loco, pero no se imaginan que tanto.
“El pasado y el futuro no me interesan -afirma después de escudriñar en su interior-, porque en el pasado está el estrés y en el futuro, la angustia. En el presente está la realidad que es como una huella digital: cada quien tiene su realidad, la mía es atender al ávido de sabiduría, aunque siempre seremos ignorantes en algo. La felicidad es efímera, no es permanente, es engaño: llega y se va. Miente quien diga que es feliz eternamente. Los libreros somos una especie en extinción”. Refiere, al sostener que la librería lo hace feliz, y la vida se compone de momentos felices.
“Yo estoy en esto porque me apasiona, pero -expone- desafortunadamente el internet nos ha suplantado porque es más cómodo buscar la información en un dispositivo. Otro factor es el elevado costo de los libros, que muchas veces no están al alcance del bolsillo. El Internet es maravilloso: le aplastan un botoncito y ahí lo tienen todo y sin gastar. Sin embargo, el Papa Juan Pablo II advirtió que el internet es un arma de doble filo, puede ser benéfico o un demonio que secuestra mentes y apendeja a la gente cuya imaginación vuela al pasar horas perdiéndose de la realidad”.
“Ese es un secuestro mental pues se pierde la creatividad. Las personas huyen de sus problemas chateando con desconocidos, lo que es semejante a embriagarse con una botella de alcohol, es la misma chingadera”, lamentó.

  • ¿Es mejor el libro impreso?
    “Lo mejor es leer lo que se pueda. Sería mucho romanticismo decir que el libro físico es mejor. Es cuestión de gustos. A mí me gusta. Lo mismo puedo estar leyendo aquí, me muevo a cualquier parte y no tengo que estar prendiendo y apagando un dispositivo. El libro impreso no necesita batería, siempre está ahí para ti”.
    Para concluir nuestra conversación José Torres hizo un llamado a las personas a pensar antes de tirar un libro a la basura, ya que hay gente que desea leer una obra y disfrutarla, de tal forma que si alguien quiere realizar una donación puede hacerlo comunicándose al teléfono 6671 568513, número del “Tianguis del Libro”.
    “Le digo a la ciudadanía de Culiacán que aprovechen este recinto. Yo soy un compilador de libros: tengo más de diez mil libros y los vendo casi regalados. También los doy por despensas y se las regalo a quienes andan deambulando y pajareando”, señaló.
    Ahí está José Torres todos los días, desde que amanece hasta que oscurece. De barba blanca y cerrada, mira a los recién llegados a través de sus gafas entre estanterías repletas de libros que ascienden desde la base hasta la cúspide. Libros apilados por doquier. Cada libro de su catálogo, como cada estrella del cosmos en el universo de libros, está guardado en su memoria. Ahí está siempre, a la espera de un nuevo visitante en este templo mágico al que pueden acudir quienes aman los libros.

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