Herminia, el horcón del medio

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Fue un ser humano íntegro y tenaz. Creció en la más inhóspita lejanía, cuando no existía ninguna de las bondades que hoy brinda la vida moderna.

Cuando todo era a lomo de burro, sin agua potable, sin energía eléctrica, sin carreteras. Luchó por los suyos donde no entraban los autos, ni se imaginaban la televisión y el teléfono.

Alumbrándose con cachimba le sonrió a la vida con pasión y ternura, fue fortaleza y refugio de una docena de hijos que le rodearon y abrevaron de su sabiduría y sencillez.

Herminia Chávez Flores partió de este mundo, si no me equivoco, a los 92 años de edad.

Su casa estaba río abajo, entre La Guamuchilera y Eldorado, a un lado de Chorohui, San José de Palos Blancos y Tecomate, cerca de Guasave.

Fue el horcón del medio de la familia Chávez Chávez. Una mujer valiente y madre ejemplar. Una mamá de la que cualquier hijo puede estar orgulloso porque fue una dama de temple.

Una madre resiliente que desarrolló fortalezas que solo una mujer puede alcanzar para sacar adelante su prole en el infortunio de la sierra y venciendo cualquier vendaval.

Herminia tenía tatuada la determinación para criar a sus hijos y tenía la fuerza de un madero vertical porque en su rústica casa ella era la columna que sostenía las vigas de la vida familiar.

Herminia parió a Ambrocio Chávez Chávez el 7 de diciembre de 1957 en el municipio de Guadalupe y Calvo, Chihuahua.

Ella formó su familia con Rosario Chávez Nájera, con quien procreó doce hijos. Seis hombres y seis mujeres.

Rosario fue minero en Guadalupe y Calvo, bracero en Estados Unidos, y lo mismo hizo labores en los campos agrícolas de Sinaloa, en los campos cañeros de Eldorado y Navolato que cortando melón, pepino, calabaza, chile y pizcando algodón en el Valle de Culiacán. También fue abarrotero, boticario y trabajó vendiendo ropa y en lo que se pudiera.

De lo doce, el quinto hijo de Herminia falleció en la sierra cuando se cerró su garganta a los dos años de edad por falta de medicamento para atenderlo. Su padre viajó dos días y dos noches a caballo para buscar la medicina a la cabecera de Guadalupe Calvo, pero cuando regresó ya estaba su hijo muerto.

Los fomentos de agua y los remedios naturales que le brindó Herminia no fueron suficientes para salvarle la vida. Sus demás hijos lograron desarrollarse.

Ambrocio tenía diez años de edad cuando Herminia y Rosario decidieron migrar de la sierra a la costa en busca de trabajo y estudio para sus hijos.

Con muchas penurias se asentaron en Palos Blancos, Guasave. Esta decisión definiría el destino de sus hijos.

Cerca de donde vivió Herminia, Ambrocio laboró como maestro, precisamente en el Ejido El Tecomate II, Guasave, a un lado de la Sindicatura del El Burrión, donde está la comisaría de San José de Palos Blancos.

De los hijos de Herminia, María del Socorro, su hija mayor, vive en Tijuana, Baja California.

Su segundo hijo Simón entró de “mojado” a Estados Unidos y hoy es jubilado del ejército norteamericano y vive en Houston.

Laboró en las bases militares de Estados Unidos en Irak, Kuwait y Somalia y África del Norte, con las compañías que brindaban alimentos y proporcionaban servicios básicos como agua y luz a la población vulnerable.

Su tercer hijo Catalino es albañil y vive en Santa Rita, Badiraguato.

El cuarto en nacer fue Ambrocio y actualmente es diputado en la 65 Legislatura del Congreso de Sinaloa.

Su quinto hijo falleció.

Su sexto hijo Juan Francisco estudió hasta la preparatoria, es herrero y vive en Rosarito, Baja California.

Su séptima hija, Natalia estudió hasta la secundaria y se dedica a las labores del campo, cuida chivas y siembra cacahuate, jamaica y calabaza. Ella vive en Sarabia, Sinaloa de Leyva.

Su octava hija, Isabel, así como sus hijas Marisela y Angélica, viven en San José del Cabo y Cabo San Lucas, Baja California. Isabel trabaja en el hogar, Marisela tiene una mueblería y Angélica es jefa de Spa de un hotel.

Otra hija estudió ciencias de la educación y labora en el área de comunicación de la Universidad Autónoma de Sinaloa en Los Mochis, donde está por jubilarse.

Su último hijo, Pablo de la Cruz, es abogado con Despacho Jurídico y agricultor, sembrador de maíz y frijol. Vive en Guasave.

Herminia se fue hoy físicamente, pero vivirá por siempre en sus hijos y en los hijos de sus hijos porque mujeres de su estatura se quedan en la sangre familiar como un vivo ejemplo de amor por toda la eternidad.

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